Creía que aún quedaba tiempo.
Creía que, aunque no todo estuviera dicho, no se perdería la oportunidad de soltar el discursito por el simple hecho de volver a sentirnos un poco más libres.
Una vez más, me equivocaba...
Una vez más, no sólo se dejó pasar la oportunidad. Pasó el tiempo restante, que era lo único que nos mantenía alerta.
Y, como siempre, caímos en esa peligrosa espiral en la que ni siquiera eres consciente de por qué entraste ahí.
Raras situaciones... Raros comportamientos...
Raras reacciones incontrolables de las que no nos creíamos capaces.
¿Apto?
La eterna pregunta...
Esto no es un eterno examen. Se trata de mantenerse mínimamente a la altura.
No es tan difícil, ¿no?
Acabamos citando al maestro Fito
"... dime tú qué puede saber... alguien que ha pasao la vida buscando la melodía..."
Y, la conclusión final que he sacado después de toda esta parrafada:
Qué duro es estar perdido, y qué triste es no saber que lo estás.