Un día cualquiera en una vida normal, marcada por incentivos que nos ayudan a levantarnos por la mañana.
A cada incentivo va ligada una obligación, probablemente no elegida e impuesta por otras personas. No nos paramos a pensar en lo que realmente queremos para un futuro inmediato. Pensamos en unos años, meses, semanas ¿Y ahora? ¿Qué quiero ahora?
Supongo que preferiría una alternativa en la que, por lo menos, sea yo la que elija las responsabilidades que estoy dispuesta a asumir, porque ya se sabe: sarna con gusto, no pica.
En cualquier caso, esto supone independencia, comenzando por la económica. Así que seguiremos haciendo lo que hasta ahora, sólo que con la nueva motivación de grandes cambios que traerá una nueva responsabilidad: MI responsabilidad.