22 de Febrero 2004

Extraños

Una mirada penetrante de alguien extraño en el metro te hace sentir, por lo general, intimidado. No nos gusta que nos observen fijamente sin conceder previa autorización mediante un gesto u otra mirada. Nos da pánico pensar que otra persona pueda leer nuestros pensamientos más secretos y ocultos. No, son nuestros y sólo para nosotros. En todo caso, yo decidiré si compartirlos o no contigo.

Ahí está la gracia, ¿no? En poder o no decir lo que quiero y cuando quiero. Si no fuera así, ¡qué vida más aburrida!

Decidido: a partir de ahora no bajaré la mirada ante un extraño.

Escrito por berges a las 22 de Febrero 2004 a las 09:41 PM
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