- Es sobre algo más.
- Bueno, siempre lo es...
- No esta vez.
- ¿Cómo sabes que es diferente?
- Sólo lo sé.
- Si tú lo dices, debe ser.
- No veo la sombra de duda que suele reflejarse en tu cara.
- ¿No? Vaya, estoy perdiendo habilidades. Creo que me cansé de dudar.
- Me alegra, porque lo último que necesito ahora son más dudas de lo habitual.
- Deja el discurso de resignación para luego. Aún no has dicho qué es.
- Realmente no merece la pena perder tiempo en explicaciones.
- ¿Eso crees? Es serio, sino, me lo contarías.
- Déjalo. Dormiré para que mis sueños me susurren la respuesta.
- No está en tus sueños. Pero, aún así, durmamos.
Pensando hasta cuándo habrá que luchar para que un deseo deje de ser obligatoriamente consultivo.
Decidiendo por uno mismo cómo encaminarse hacia la meta, puesto que se halla tan lejos...
Pasos en falso, aciertos inesperados que multiplican esos deseos. Espejismos que muestran lo que nos negamos a diario.
Tardes banales con las que apreciamos otras tantas.
Suena una canción de fondo.
Esperando una señal. Esperando que la próxima despedida siga significando algo.
Miradas cruzadas que se desvían. Si no aprecias lo que ves, ¿por qué miras de nuevo?
Incomprensible
Pero con cierto sentido
Dudas aparentemente razonables. Ops
Olvidé la razón
Buscaré aquellas razones que me la devuelvan. Con el tiempo.
El mismo viento que golpea en la cara,
el reflejo de la luna sobre el agua negra.
No hay tormenta: las nubes huyeron al sentir sus ojos desbordados de lágrimas. Una vez más, la nostalgia ganó terreno.
Y, sin saber qué decir, pensaba en lo mucho que reía durante aquellas noches de luna llena, cuando todo era sencillo y personal.
Dos cuerdas tensas de las que tiran en direcciones contrarias. Como siempre, se encuentra con la trayectoria que el rumbo estipulado trazó para él.
Una evaluación permanente con escapadas aleatorias. Buen ambiente, buenas canciones y anécdotas que fluyen entre copa y copa.
¿Qué queda? Los de siempre. Sólo esos.